Alejandría (
Griego: Αλεξάνδρεια,
Copto: Ⲣⲁⲕⲟⲧⲉ Rakotə,
Árabe: الإسكندرية Al-ʼIskandariya,
Árabe Egipcio: Iskindireyya), es una ciudad del norte de
Egipto, situada en el
delta del río Nilo, sobre una loma que separa el lago Mareotis del mar
Mediterráneo. Es también la capital de la
gobernación del
mismo nombre, y el principal puerto del país.
Fue fundada por
Alejandro Magno en el año
332 a. C., en una fértil región, con una estratégica situación portuaria, convirtiéndose pocos años después en el centro cultural del mundo antiguo.
Alejandría en la Antigüedad:
En el año
332 a. C., Egipto estaba bajo el dominio
persa. Ese mismo año,
Alejandro Magno entró triunfante en Egipto como vencedor del rey persa
Darío III y los egipcios lo aceptaron y lo aclamaron como a un libertador. Hay que tener en cuenta además, que en Egipto había desde mucho tiempo atrás gran cantidad de
colonias griegas y que por lo tanto no eran gentes consideradas como extranjeros.
Al año siguiente, en el
331 a. C., fundó la ciudad que llevaría su nombre en un lugar del
delta del Nilo, sobre un poblado llamado
Rakotis habitado por un puñado de pescadores. La elección del emplazamiento fue muy afortunada pues estaba al abrigo de las variaciones que pudiera tener el río Nilo, y por otro lado, lo suficientemente cerca de su curso como para que pudiesen llegar a través de sus aguas las mercancías destinadas al puerto, a través de un canal que unía el río con el
lago Mareotis y el puerto.
El lugar estaba frente a una isla llamada
Faro, que con el tiempo y las múltiples mejoras que se harían quedaría unida por un largo dique a la ciudad de Alejandro.El arquitecto que realizó esta obra se llamaba
Dinócrates de Rodas. El dique tenía una longitud de siete estadios (185 m cada estadio), por lo que se le llamó Heptastadio (επτασταδιoσ). La construcción del dique conformó dos puertos, a ambos lados: el
Gran puerto hacia el este, el más importante; y el
Puerto del buen regreso (Ευνoστoσ), al oeste, que es el que continúa utilizándose en la actualidad.
En los amplios muelles del gran puerto atracaban barcos que habían surcado el
Mediterráneo y el
Atlántico. Traían mercancías que se apilaban en los muelles: lingotes de
bronce de España, barras de
estaño de Bretaña,
algodón de las
Indias,
sedas de
China. El famoso
faro construido en la isla de Faros por
Sóstrato de Cnido, en 280 a. C., dispuso en su cúspide un fuego permanentemente alimentado que guiaba a los navegantes, hasta 1340, cuando fue destruida la edificación.
El arquitecto
Dinócrates se ocupó también del trazado de la ciudad y lo hizo según un
plan hipodámico, sistema que se venía utilizando desde el siglo V a. C.: una gran plaza, una calle mayor de treinta metros de anchura y seis kilómetros de largo que atravesaba la ciudad, con calles paralelas y perpendiculares, cruzándose siempre en ángulo recto. Se construyeron barrios, semejantes a los que levantaron los españoles en las ciudades hispanoamericanas, las llamadas
cuadras. Las calles tenían conducciones de agua por cañerías. Administrativamente se dividió en cinco distritos, cada uno de los cuales llevó como primer apelativo una de las cinco primeras letras del
alfabeto griego. Cuando Alejandro se marchó de Egipto para continuar sus luchas contra los persas dejó como administrador de Alejandría a
Cleomenes de Naucratis.
Fue una ciudad opulenta. Los
Ptolomeos construyeron un palacio de
mármol con un gran jardín en el que había fuentes y estatuas. Al otro lado de ese jardín se levantaba otro edificio construido en mármol al que llamaban
Museo (μυσειoν). Fue una innovación del rey
Ptolomeo I Sóter y en él se reunía todo el saber de la época. El museo tenía una gran
biblioteca. Cerca de este edificio se levantaba el templo de
Serapis, el nuevo dios greco-egipcio. En el centro de la ciudad se hallaban la Asamblea, las plazas, los mercados, las basílicas, los baños, los gimnasios, los estadios y demás edificios públicos y necesarios para las costumbres de aquellos siglos.
Los habitantes de esta magnífica ciudad eran en su mayoría griegos de todas las procedencias. También había una colonia judía y un barrio egipcio, de pescadores, el más pobre y abandonado de la gran urbe.
Alejandría se convirtió pronto en el centro de la cultura griega en la época helenística y contribuyó a helenizar al resto del país de tal manera que cuando llegaron los
romanos todo Egipto era bilingüe. El arte y la arquitectura era lo único que se mantenía propiamente egipcio. Tan importante llegó a ser y tan grandiosa que la llamaron
Alejandría ad Aegyptum, es decir, "Alejandría que está cerca de Egipto", perdiendo importancia el resto del país.
Alejandro Magno (Sarcófago, Museo Arqueológico de Estambul).